No estoy indignado ni estoy decepcionado. Estoy ENCABRONADO. A fuer de sincero, confieso que no las tenía todas conmigo sobre el triunfo de Burgos, aunque tenía muchísimas esperanzas e ilusiones. Pero estas ilusiones se me desvanecieron cuando me enteré de que, gracias al zapaterazo o, más exactamente, rubalcabazo, el nefasto Tribunal Constitucional dio carta blanca a bildueta. En ese momento presentí (lo he repetido numerosas veces con incomprensión y hasta abucheos de mis contertulios) que ya estaba decidida la Capitalidad Europea de la Cultura a favor de una banda terrorista cuyos miembros no se sienten españoles, pero ayudan a que el cadáver de lo que tenemos por presidente agote su agonía.
Tristemente, se han confirmado mis pronósticos, y esos asesinos (¿habrá habido también extorsión a los miembros del jurado?) ven repletas sus arcas con muchos millones de euros. Y lo más triste es que, según dijo en su ¿discurso? la ministra de incultura González Sinde, esto “es el destino y no el final”. ¿Cuál será el final, pregunto yo? También muy fino, muy observador y conocedor de los ya dueños del País Vasco, el presidente del jurado, Manfred Gaulhofer, al reconocer el compromiso de esa gentuza “para meterse en la cultura y olvidar un pasado de violencia”. ¿Es que aún cree en los Reyes Magos o en Papá Nöel?
La sombra de las pistolas ya no sólo oscurece al País Vasco y a España, sino que ha alargado su silueta a toda Europa.
¿Y dónde están ahora esos indignados? Les faltó tiempo para increpar públicamente a los miembros del jurado que visitaron Burgos, mostrando una imagen deprimente desde todos los puntos de vista. Una imagen que no es la de Burgos ni la del 99,99999…% de los burgaleses, sino –en ese momento- de un atajo de resentidos. ¿Para cuándo una manifestación masiva ante el ministerio de cultura? ¿O es que esto no lo permitirán Zapatero ni, sobre todo, superRubalcaba?
Pues si, Estoy ENCABRONADO.